Friday, August 5, 2011

El Pez, La canasta y la Ayuda

La semana pasada en verdad quedé inconsciente porque estaba muy cansado porque había trabajado una jornada larga. La semana pasada en verdad fue una cosa de locos.

Hoy me tomé la molestia de emprender una búsqueda interminable, me desplacé hacia un lugar que no es de mi agrado, me desplacé a un lugar donde ponen música que no me gusta, me desplacé a un lugar al que nunca había ido, hice una cola de casi 2 horas para poder entrar; razón, motivo, circunstancia: abrir la caja.

Y estaba yo hecho un Michael Jackson, estaba yo hecho un John Travolta, con la diferencia de que hoy es jueves y no sábado por la noche, estaba yo dando a relucir mis pasos, mis tácticas más avezadas con tal de captar la atención del gato y de que no se muera. La situación me llevó por un lado al que no quería explorar, pero bueno, hay que poner las barbas en remojo si se quiere una afeitada más al raz.

Tu bailabas y yo te miraba, a penas tomabas cuenta de mi existencia. Tu bailabas y yo te miraba, como miro la serie de Tv identificándome con el personaje principal que, curiosamente, tiene un sancochado con la otra protagonista, pero por esas cosas de la vida (en realidad de los escritores) ninguno quiere aceptar que tiene un crush on en el otro, o en este caso no se dan cuenta de eso. Tu bailabas y yo te miraba, como miro los obsequios bajo el árbol preguntándome ¿qué hay dentro?. Tu bailabas y yo sólo podía mirarte.

Aproveché el momento, tomé ventaja de la situación, y abrí la caja...

Pero no quise ver dentro...

Ahora está en ti decirme si el gato está vivo, muerto o, en el peor de los escenarios, que nunca hubo un gato en esa caja y sólo está ese obsequio que te desilusiona en navidad.

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